La estación del desapego: el otoño.

Hace más de 5000 años, Huang Di, El Emperador Amarillo, le pregunta a su médico, Qi Bo:

¿Por qué los hombres de la antigüedad vivían más de 100 años sin que aparecieran síntomas de debilidad en sus movimientos? ¿Por qué los hombres y mujeres de hoy parecen debilitados sin siquiera haber cumplido los 50?

Qi Bo le respondió:

Los antiguos seguían el modelos del Yin y el Yang que es el modelo del cielo y de la tierra, del orden del Universo.

Suena muy bonito, pero, ¿qué quiso decir Qi Bo con esto?

Desde un buen tiempo para acá, vivimos totalmente desconectados de nuestro entorno. Comemos, trabajamos, andamos, nos acostamos, levantamos, nos relacionamos, tenemos sexo, bebemos… de la misma manera sea invierno, verano, día, noche, sol o viento…

Desde un buen tiempo para acá vivimos sumergidos en nuestra cabeza, intelectualizándolo todo. Vivimos por nuestros deseos y arrastrados por las emociones. Vivimos por lo que dice la sociedad y no, nuestro cuerpo. Ese increíble microcosmos.

Todo en el Universo está en orden, interconectado y en constante cambio. En movimiento. En un ir y venir, una respiración, un latido, el día y la noche, el Yin y el Yang.

Menos, nosotros.

El hombre de hoy vive aferrado a cosas, personas o situaciones que le hacen sentir la falsa seguridad de las cosas rígidas y estáticas; en lugar de aceptar, fluir y vivir en el cambio.

Por ejemplo: comemos cualquier cosa en cualquier momento, por cultura o deseo, y no para que nuestro cuerpo esté en armonía con las estaciones del año.

Y así hacemos todo.

A esto se refería Qi Bo.

En esta estación estamos más sensibles a enfermarnos de pulmones, garganta e intestinos. Y es lógico, el otoño es la etapa del año que corresponde a estos órganos. Y si no los sabemos cuidar, por supuesto que enfermaremos.

Y esto no es un capricho de los milenarios maestros taoístas. El Otoño es la época del año donde nos empezamos a cerrar. Los árboles se “secan”. Los animales buscan su guarida. Y nosotros no somos la excepción.

Por lo tanto, es la época de replegarse. De frenar. De empezar nuestro viaje hacia adentro.

Y te preguntarás, ¿qué tiene que ver esto con los pulmones y el colon? Simple. Ambos son órganos de excreción, de eliminación. Estamos en la época del año donde nos comenzamos a acobachar, necesitamos cerrarnos pero con la casa limpia. Sacar todas esas cosas que no necesitamos tener y no podremos eliminar cuando llegue el invierno y las puertas y ventanas estén totalmente cerradas.

Imagínate, en pleno invierno te das cuanta que dentro de tu casa quedó una rata que se está comiendo tus alimentos y no puedes abrir la puerta para sacarla. Esto es lo que pasa en tu cuerpo, mente y espíritu si no te depuras.

Así que, es un gran y hermoso momento del año para sacarnos todas esas cosas que no sirven, que molestan; esas toxinas que se acumulan en forma de grasa, ideas o creencias, y nos enferman.

Según el caso, recomendamos hacer una detox o comer más fibra y picantes (los picantes que acumulen calor, no los que lo dispersan), lavativas de colon, acupuntura, yoga, qi gong, herbolaria, constelaciones, meditación…

En otras palabras, una desintoxicación total. Sacar toda la suciedad y perturbaciones, para que puedan entrar en el orden del Universo.

Estamos en la más hermosa época del año. La época del desapego. De soltar, como hacen los árboles con sus hojas.

¿Estás listo para vivir en armonía con el Universo?

Namasté!