El Ashtanga Yoga se fundamenta en ocho ramas, comúnmente conocidas como las ocho ramas del árbol de la vida. Estas fueron descritas por Patánjali, el padre del Yoga, quien recopiló en 194 aforismos la esencia del Yoga. Todo practicante a lo primero que se compromete, es a respetar y cumplir estos 5 Yamas (principios éticos): Ahimsa (no violencia), Satya (no mentir), Asteya (no robar), Bramacharya (conservar la energía) y Aparigraha (desapego).
En nuestras prácticas de Karma Yoga hemos estado profundizando sobre el segundo Yama: SATYA, la importancia de ser verdaderos.
Satya proviene de la raíz sánscrita “Sat” que significa “Ser” o “verdad”. Para muchos la traducción de Satya significa “no mentir”, en lo personal me gusta interpretarlo como “ser verdadero con uno mismo”. La realidad es que en ambos casos el objetivo es el mismo, conducirnos con honestidad en nuestras vidas.
¿A qué me refiero con honestidad?
A no auto engañarnos, ni engañar a los demás sobre quiénes somos. La práctica de Yoga dentro y fuera del tapete, nos invita a escucharnos, a ser conscientes de cómo son nuestros pensamientos, palabras y acciones, con el objetivo único de acercarnos lo más posible a la verdad de lo que realmente somos. Aceptando y amando lo que somos hoy, no lo que nos gustaría ser, o nos gustaría convertirnos. Sólo así podemos ser cien por ciento auténticos. Satya es un acto liberador que nos ayuda a soltar todo eso que nos ata a falsas creencias y a la tensión emocional que nos provoca tener que cubrir con las expectativas y el miedo a no corresponder con la imagen que hemos creado de nosotros mismos.
Dice Siri Siri Ravi Shankar, fundador de El Arte de Vivir (aquí fue donde tuve mi primer contacto con la meditación):
“Sé fiel a ti mismo, se honesto contigo mismo. Se es, lo que se es. Si tu conciencia te dice no quiero hacerlo, no lo hagas. Si te dice que deberías hacerlo, hazlo, ¿comprendes? Si dices una mentira, todo tu cuerpo pierde fuerza. Por eso es mejor decir la verdad, una verdad bondadosa. No digas verdades dolorosas, ni tampoco mentiras piadosas”.
No pudo definirlo mejor Guruji.
La importancia de practicar Satya se divide en dos aspectos muy importantes: la forma en la que nos relacionamos con nosotros mismos y por otro lado, el cómo lo hacemos con los demás.
Desde la perspectiva del Yoga, practicar Satya significa ser ÍNTEGROS. Entendido como esa congruencia entre lo que pensamos, decimos y hacemos. En otras palabras, es escuchar nuestra voz interior, esa que nos guía y muchas veces ignoramos. Se trata de ser conscientes de la energía que le ponemos a nuestros pensamientos, palabras y actos, haciéndonos responsables de la realidad que creamos.
Mi maestro dice que, en la medida que nos hagamos responsables de nuestras acciones (esto incluye pensamientos, emociones y palabras), vamos a tener mayor control de nuestras vidas. De esta manera se cesan los deseos de controlar la vida de los demás, resultando en una vida más feliz y llena de significado.
Lamentablemente vivimos en una sociedad que nos obliga a mentir, a encajar, a buscar la perfección, la aceptación bajo cánones a veces imposibles de alcanzar y que muchas veces ni nos cuestionamos. Deseamos tener una vida más auténtica, sin embargo cuando nos damos cuenta de todo lo que hay que abandonar para lograrlo, el miedo a no pertenecer, a ser rechazados, a perder lo que se ha ganado, nos invade. Creemos que la felicidad está condicionada a nuestra cuenta bancaria, a la ropa que usamos, a la belleza exterior, a la habilidad para hacer negocios, etc. Cuando en realidad, lo más valioso, es quizá lo más simple, y en su simpleza está la complejidad. Ser verdaderos, es no buscar llenarle el ojo a nadie, más que a nosotros mismos. Es actuar bajo la premisa de lo que para nosotros es lo más importante, es vivir con convicción.
El segundo aspecto de Satya, tiene que ver con nuestra relación con el mundo exterior. Como bien menciona Guruji, hay que conducirnos con la verdad, pero una verdad bondadosa. De ninguna manera se trata de andar por ahí desenvainando la espada, diciendo cosas que quizá puedan lastimar a la persona que se lo decimos. Satya nos invita a cuidar la energía que ponemos en las palabras que decimos (también cuentan las que escribimos) y/o pensamos.
Por ejemplo: Si en tu trabajo tu jefe te pregunta qué opinas sobre otro compañero de trabajo que quizá a ti no te caiga bien, pero que en lo laboral es un gran elemento. Podrías hablar de todas las cosas negativas que observas de esa persona o podrías practicar Satya y mencionar sólo las virtudes que logras ver, así como convertir las cosas negativas en áreas de oportunidad que tú sientes que puede trabajar esa persona. De esa manera, tu jefe podrá tomar una decisión sobre esa persona, libre de juicios, mientras que tú te sentirás satisfecho de haber sido honesto contigo y con tu jefe, sin tirarle mala onda a tu compañero de trabajo. Como dicen por ahí, “Si no tienes nada bueno que decir, mejor no digas nada”.
Antes de enjuiciar o criticar, hazte las siguientes preguntas: ¿es verdad?, ¿es necesario?, ¿es amable?, ¿qué consecuencias puede tener?, ¿con qué finalidad lo estoy diciendo? De esta manera te asegurarás de estar practicando Satya hacia los demás. Cultivarás tu energía, al mismo tiempo que te liberarás de esas falsas máscaras. Por añadidura tu relación con el mundo cambiará, será más amable, más verdadera, más duradera, pero sobre todo sentirás mucha paz. “La verdad os hará libres” dice Jesucristo.
SATYA Y LA PRÁCTICA DE ÁSANAS.
Se refiere al auto conocimiento de nuestro momento presente. Se trata de ser honestos con cómo se encuentra nuestro cuerpo y buscar el conocimiento que nos permita trabajarlo a través de ajustes o variaciones que se adapten a lo que estamos necesitando. Aprender a observar lo que nuestro cuerpo nos está diciendo, es parte de la práctica de este Yama.
Por ejemplo: qué parte de mi cuerpo necesita estirarse, qué postura es la que más me reta, qué posturas no me gustan y por qué, cómo se encuentran mis rodillas, mi cadera, mis hombros, etc. Cada uno de los aspectos mencionados forman parte de la conciencia que el Yoga nos revela. Comienza siendo algo físico y conforme vamos profundizando en las posturas nos damos cuenta de aspectos más sutiles de nuestra vida.
Suena fácil en teoría, pero sin duda es uno de los preceptos más complicados de llevar a cabo en estos días. Por lo que es más que importante que nos cuestionemos qué está pasando en nuestras vidas en este momento. Qué tan honestos estamos siendo con nosotros mismos y cuan verdaderos somos con los demás. Al final, estas enseñanzas nos invitan a la reflexión, a la auto exploración y al discernimiento.
Aquí algunas de las preguntas que se pueden hacer para practicar este Yama: ¿qué es para mi Satya?, ¿cómo la pongo en practica todos los días?, ¿me funcionó? ¿cómo me siento?, ¿qué cambios he notado en mi relación conmigo mismo y con los demás?.
#namaste
¿ESTAS LISTO PARA CAMBIAR TU VIDA?