La semana pasada, una persona en el Face, subió una nota y un comentario que me llamaron la atención. La nota trataba de una mujer que, llevando una vida muy sana, no recuerdo si vegetariana o incluso crudivegana, había muerto de cáncer de piel. Por supuesto, el texto ponía a este caso como algo curioso y hasta en un punto, irónico. El comentario de la persona que lo subió, invitaba a vivir la vida loca: total…
Esto me llevó a una plática que tuve un domingo con mi Maestro, luego del Kyudo (tiro en arco).
—Maestro, creo que me voy a volver vegetariano.
Me miró con su característica sonrisa… Una sonrisa cómplice, de que podía leer lo que estaba pensando. Como para que se den una idea, la mañana en que lo conocí, acertadamente me dijo que a los 2 años me había fracturado una pierna.
Como les decía, sonrió, y me dijo:
—¿Sabe cuántos vegetarianos con cáncer han llegado aquí, para que los sane?
A ver… Lo primero que debe saber, me dijo, es que el cáncer se crea en relación a otro… Normalmente viene de una emoción, una profunda ira que nos despierta otra persona, o que podemos heredar de nuestros padres o traer de otras vidas. Eso explica por qué hay sanos fumadores de 90 años y hombres de 40, con problemas de pulmón.
El cáncer es una enfermedad que crea el cuerpo para preservar la vida. Sí, por extraño que le parezca. Es una reacción de las células, para sobrevivir. Mutan de alcalinas a ácidas, y se reproducen, reproducen y reproducen… Pero sin pensar, el tumor no tienen consciencia, no sabe a dónde va. Nomás desea vivir. Entiende que esa persona, así como va, no durará mucho y toma las riendas de esa vida.
Y al final, termina consumiendo al cuerpo y mueren los dos.
Conocida la historia, ¿no? La humanidad sufre de esta enfermedad, por que eso somos: el cáncer del mundo. Si tu le preguntas a los que “llevan a la vanguardia” a esta cultura: ¿hacia donde vamos?, no saben. Nadie sabe. Y mientras, en el camino al “progreso”, nos estamos consumiendo lo que nos mantiene vivos, la Madre Tierra.
Por eso es la primer enfermedad de la humanidad. Y en lugar de escucharla, entenderla, la tratamos como en la edad media se trataba a los “malos”: les cortamos la cabeza en la guillotina (Cirugía), lo quemamos en la hoguera (Radioterapia) o lo envenenamos (Quimioterapia).
Así que, si quiere ser vegetariano, que sea por los animales… Por una causa noble. Y no por ignorancia.
Por otro lado, le diré que los que llegamos aquí, hoy, es porque nos hemos logrado adaptar a todo lo que se nos puso en frente, y el sistema digestivo fue y es parte de esa adaptación. O sea, si quiere ser una persona que viva muchos años, el secreto para no enfermar no está tanto en lo que coma, que si es importante, si no en la capacidad que tenga para fluir, manejar sus emociones, soltar lo negativo, adaptarse a los cambios y no aferrarse a una sola idea juzgando todo lo que no encaje con su forma de ver o pensar. Eso enferma.
Fluya y déjese de…
Dos años después de esta plática… Perdón, de este monólogo, nos llegó el primer caso: una mujer de 21 años con un bebé de meses y un tumor del tamaño de una naranja junto al corazón. Estaba recibiendo Radio, pero llegó en busca de una terapia natural para su cuerpo. La Radio es un tratamiento muy doloroso y destructivo, nos dijo.
Lo primero que hicimos fue entender por qué el cuerpo creo esa enfermedad: ¿en relación a quién?
Luego del diagnóstico, todo parecía indicar que ese tumor, casi del tamaño de su corazón y alojado a la par, era su cuerpo creando otro corazón por que el suyo estaba “roto”. Si, había un tema de amor-odio muy grande en su ser. Cuando le dijimos esto, se soltó a llorar y nos contó la historia: su madre.
Con acupuntura se trabajó para mover esa energía acumulada, el tumor. Con alimentación, alcalinizamos: un tumor no puede vivir donde hay oxigeno y alcalinidad -como en la edad media, lo acorralamos en su castillo y le cortamos los víveres-.
Pero lo más hermoso e importante lo hizo ella: el perdón.
A las 4 semanas, para sorpresa de los doctores, familiares y sí, nuestra también, el tumor estaba del tamaño de una aceituna.
Tenía razón, Maestro.
Luego de esta experiencia entendimos que la salud está en el fluir, aceptar, soltar, perdonar, amar y con la comida, ser todo: un día a la semana vegetariano, otro día macrobiótico, otro día crudiveganos, otro ovolactovegetariano, otro, carnívoro, otro, mono dieta y el último, cuando vamos de visitas a una casa, agradecer lo que ponen en la mesa y disfrutarlo.
Eso sí, cada 6 meses hacemos un desintoxicación, un “service” para limpiar sangre y filtros -riñón, hígado y pulmón-.
¿Estás listo para cambiar tu vida?
Namasté!