Una de las interpretaciones más comunes sobre este yama de Patanjali, se refiere al celibato, a la abstención del sexo como medio para conservar la energía y así poder acceder a niveles más altos de conciencia. Sin embargo, los textos clásicos antiguos sobre el hinduismo, cuentan que esta era una practica para los jóvenes estudiantes cuando iban a vivir con un maestro espiritual en el ashram. Y lo que se buscaba es que no se distrajeran de su estudios.
Brahma significa “conciencia divina” y charya, en este contexto, significa “vivir”. Brahmacharya entonces significa “vivir en conciencia divina”. Por lo que se dice que Brahmacharya en realidad debe entenderse como MODERACIÓN o uso correcto de la energía. Es decir no excederse. Lo cual nos lleva a reflexionar sobre cómo usamos y dirigimos nuestra energía, a qué le estamos poniendo atención, qué nos distrae de nuestro propósito.
Brahmacharya nos invita a dirigir nuestra energía fuera de los deseos externos, esos placeres que parecen grandes en ese momento pero que en última instancia son fugaces, como el consumismo, el aparentar algo que no somos, la envidia, el chisme, etc y en su lugar, ir en busca de paz y felicidad dentro de nosotros mismos.
Si bien la práctica de Brahamacharya puede llegar a ser un gran reto hoy en día, al estar rodeados de tantos estímulos exteriores, podemos comenzar a practicar Brahmacharya observando en qué cosas, situaciones o personas se nos fuga la energía, qué actividades nos distraen de nuestros objetivos y comenzar por tomar decisiones más asertivas que nos permitan cultivar y moderar nuestra energía vital.