A veces pasa que amamos el cómo nos sentimos después de la clase, pero nos cuesta trabajo saltar de la cama o hacernos un espacio en esta vida tan agitada que llevamos. A veces el reto de las posturas, la sensación de incomodidad que nos produce el “no hacerlo perfecto” pueden llegar a desmotivarnos y a optar por soltarla, aún habiendo experimentado una sensación de bienestar, ligereza y relajación máxima.
Los seres humanos, somos animales de costumbres, a lo largo de nuestra vida vamos memorizando una serie de conductas, actitudes, creencias, reacciones emocionales, etc que se van programando en nuestro cerebro sin que nos demos cuenta. A esto se le llama HÁBITOS. Esto pasa cuando nuestro cuerpo es quien gobierna la mente, y es el subconsciente quien dirige nuestras vidas, o sea actuamos en piloto automático, sin cuestionarnos demasiado.
Se dice que pasamos el 95% del tiempo en estado subsconsciente y sólo un 5% conscientes.
Para hacer un cambio verdadero en nuestras vidas, necesitamos pasar más tiempo conscientes, ea decir hacer que el cuerpo sea el sirviente de la mente y no al revés. Al intentarlo sin persistencia, nos toparemos con que el cuerpo se resistirá, dandonos excusas para desistir.
Cambiar un hábito, requiere desaprender, tener paciencia, compasión, perseverancia. Requiere incluso provocar que tu cerebro segregue sustancias químicas distintas y nuevas. Por eso Patthabi Jois decía “practice, practice, practice” porque solo a través de la repetición es que conseguimos que la mente y el cuerpo trabajen juntos hacia un mismo objetivo, guardar en nuestro subconsciente un nuevo hábito.
El método de Ashtanga Yoga busca a través de la repetición de la práctica de las series (mismas posturas) 6 veces a la semana, ayudarnos a cambiar esos patrones de pensamiento (hábitos) a través del cuerpo.
¿Estás list@ para cambiar tu vida?
Juntémonos a hacer yoga
Namaste