Uno de los grandes mitos sobre el Ashtanga Vinyasa Yoga, es que es un estilo de yoga de culto al físico, en donde lo importante es la forma; muchos lo definen literamente como el “yoga más físico”, cada que escuchamos decir eso a alguien se nos revuelve el estómago.
Pattabhi Jois, solía decir que el método de Ashtanga Vinyasa Yoga comienza por el cuerpo, pues para la mayoría de las personas iniciar practicando los yamas y niyamas, podía llevarles toda la vida e incluso podrían desistir de su intento, puesto que la vida moderna con sus múltiples estímulos nos mantienen con la atención puesta en el exterior y la practica requiere de cierto grado de introspección y auto-consciencia, que difícilmente podemos alcanzar si antes no entrenamos nuestra mente.
Por esta razón es que el método de Ashtanga, utiliza las posturas como un puente de conexión y unión de nuestro cuerpo físico, mental, emocional y espiritual.
Es importante mencionar que la percepción de la anatomía del ser humano en oriente y occidente distan mucho. Lo que para occidente se traduce en huesos, articulaciones, músculos, tendones, etc, para los orientales, y específicamente hablando de India y el yoga, se habla en términos de Koshas o cuerpos, es decir que se ve al ser humano conformado por distintos cuerpos en uno, unos más sutiles que otros.
Entonces de acuerdo a las enseñanzas de Jois, la práctica progresiva va revelándonos información sobre nosotros mismos a medida que vamos avanzando. Para cambiar un hábito se requiere de repetición constante, bajo éste principio es que opera el Ashtanga. Por eso es una serie de posturas predeterminada que tiene diversos objetivos:
- Mantenernos en el momento presente, que es el único momento en el que podemos realmente hacer cambios en nuestras vidas.
- Cesar las fluctuaciones de nuestra mente
- Conocernos a nosotros mismos
- Conectar con nuestra divinidad, con nuestra alma
En cierta medida por eso se le llama método, pues tiene una serie de pasos y fases que nos van llevando de la mano a estados de conciencia más elevados.
A través de la repetición regular, lo difícil se vuelve fácil
Cuando comenzamos a practicar, nos damos cuenta de lo desconectados que estamos del cuerpo, esto lo notamos cuando por ejemplo: nos piden que movamos una pierna o un brazo y lo hacemos de manera torpe o movemos otra parte del cuerpo. También lo notamos cuando después de unos días de practica, nos duele todo y nos damos cuenta que hay partes de nuestro cuerpo que no eramos conscientes que teníamos. Los saludos al sol son un reto y nos cuesta fluir con la respiración y coordinar el movimiento. Todo esto es normal, es parte de esa re-conexión de la que habla Pattabhi.
Conforme vamos avanzando en nuestra práctica, los saludos al sol aunque pueden seguir siendo un reto, ya logramos fluir. El cuerpo comienza a ablandarse, la mente comienza a enfocarse y entonces nuestra atención está puesta en ciertas posturas que nos cuestan trabajo o que nos provocan cierta resistencia. Aquí es en donde el “practice, practice” de Guruji, toma más sentido que nunca, la búsqueda es poder encontrar estabilidad y confort en las posturas. La mayoría de nosotros caeremos en la trampa del ego y de la búsqueda de perfección, la frustración por no lograr cierta postura nos pone a prueba sobre nuestra tenacidad y fortaleza mental para superar obstáculos, para no darnos por vencidos, para soltar el apego a los resultados, es una etapa en donde hay mucha resistencia, pero también muchos aprendizajes. Los dolores en el cuerpo aparecen como parte del trabajo que estamos realizando de cambiar viejos hábitos por unos nuevos. Hasta que entendemos que no se trata nunca de perfección, sino de progreso, de ir venciendo las limitaciones de la mente e ir sorprendiéndonos de cómo lo que en un inicio nos parecía imposible, con tiempo y dedicación comenzamos a sentir más disfrute. Hacia afuera también se comienza a notar la transformación, nos damos cuenta de que nos enganchamos menos con las cosas que antes solían molestarnos, que logramos tener días enteros sintiéndonos en paz.
El siguiente nivel inicia cuando hemos logrado de cierta forma trascender las posturas y entonces el reto es mantener una práctica fluida, introspectiva, completamente absorta en nuestra respiración y movimiento. En este punto, el cuerpo ya no lucha, la mente logra mantenerse enfocada y se abre ante nosotros un espacio de autoindagación, en donde se nos develan y muestran nuestras luces y sombras, en donde nuestros patrones de comportamiento, programaciones, emociones enraizadas, saltan a la luz. Aquí la practica se vuelve una meditación en movimiento y nosotros un mero observador que sin juzgar, mira con detenimiento lo que hay que aprender, integrar y dejar ir.
Llega el momento de ir más profundo en nuestro entendimiento de nosotros mismos, pasamos a otras series en donde las sutilezas de la practica nos van obligando a deshacernos cada vez más, de historias que nos hemos contado, de limitaciones que no nos permiten avanzar, nuestros canales energéticos se van limpiando y desbloqueando y poco a poco, la sensación de unidad, de amor y armonía nos va inundando.
La realidad es que para que esto ocurra, requerimos primero que nada enamorarnos de nuestra práctica, ver el método como lo que es un camino espiritual de autoconocimiento interior, tener la fortaleza para librar las batallas que se nos presenten, trascender el dolor, la creencia del perfeccionismo, de la forma, tener el temple y la perseverancia para no dejarla y no desistir, pero también tener el suficiente discernimiento para desapegarnos de ella, cuando es necesario y como parte de la misma práctica. A esto es a lo que llamamos “espíritu ashtangui”.
En nuestra experiencia, el camino del Ashtanga Vinyasa Yoga, es hermoso cuando se le adopta genuinamente con el corazón, cuando escuchas el llamado y permites que te atrape y te sorprenda, cuando sueltas las expectativas de lo que debería ser y simplemente entras a tu tapete con esa inocencia y curiosidad por descubrir quién estás siendo hoy y que si no te gusta lo que ves, solo tienes este momento para cambiarlo.
¿Estás list@ para cambiar tu vida?
Namaste!